Oración por Antonio Machado (Rubén Darío)
Misterioso y silencioso iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo de timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones y de corderos a la vez.
Conduciría tempestades o traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida y del amor y del placer, cantaba en versos profundos cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso, un día al imposible fue.
Ruego por Antonio a mis dioses, ellos le salven siempre. Amén.