La brisa de este mar te trajo a puerto,

tenías un aroma muy sutil,

Tu mirada, era dulce, tímida, apenas levantabas ese rostro que no querías lucir.

La brisa de este mar te trajo a puerto,

Que suerte la mía de verte venir

lucía un sol resplandeciente y sus rayos me llegaban a confundir.

Pura imagen divina, la de verte entre ese aura relucir, rodeada de esos rayos cual divina estampa se podía presumir.

La brisa de este mar te trajo a puerto,

y de aquí no te ibas a ir, déjame que yo te enseñe esas noches sin dormir, esas infinitas calles donde sale la gente a vivir! Esos montes, esas costas estas ruinas que hay aquí!  La pasión de un poeta loco que se empeña en sobrevivir, déjame que yo te enseñe que las estrellas, brillan por ti, que en las noches se duerme, pero también se puede reír, que no hay horas infinitas pero infinito es el tiempo que contigo quiero sentir.

Pero dime: ¿que quieres decir?

Sólo diré una cosa: la brisa de este mar me trajo a puerto, y al bajarme, tú fuiste lo primero que vi, enséñame lo que no sepa, invítame, porque de aquí estando contigo, no me voy a ir.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *