Pasillos infinitos
de silencios que chillan.
Horas interminables de esperas
Nocturnas en lo que no parece que vaya a amanecer.
Llantos de lejanía de tristes personas que rompen el silencio en el que hablan los enfermos, los pitidos incesantes de máquinas al ritmo del corazón.
Esos ángeles vestidos de blanco que velan por los cuerpos de esas personas que no se pueden mover.
Miras al fondo del pasillo y no ves nada, solo un horizonte de luces y silencios.
Pitidos a ritmo de tambores de guerra que retumban incesantes entre paredes de mil historias, mil sucesos y de almas vagando que quieren volver.
En esos pasillos infinitos de luces y silencios.