Gris mañana ven mis ojos que al despertar,
tras la oscura noche, se ciegan por la niebla de la ciudad.
Otra mañana más, otro día gris,
salgo a la calle y observo las inundadas aceras de esqueletos andantes,
sin alma, sin corazón.
Sedientos de cariño, quejicosos por una falta de atención tacita de la humanidad.
Las ventanas están cerradas y en el caminar, en la avenida, sólo veo falsedad.
Sonrisas traicioneras, palabras de adorno, la pesadez sobre los hombros de la lucha por ser autentico en una civilización desinteresada, en un mundo sin consideración.
Y vuelvo a casa con el alma partida en mil pedazos, como un puzzle que cada vez que lo rehago, faltas piezas.
Y vuelvo a despertar una mañana gris, tras la oscuridad de la noche.