Tengo escuela del saber en el conocimiento de lo desconocido,
o sea, sólo sé que no se nada, como diría Sócrates.
Conocer las teorías de la relatividad
donde la velocidad de la luz es absoluta y
unas cuantas veces más veloz que el sonido,
nos brinda la posibilidad de equivocarnos en la visíon
de que alguien es brillante antes de que
abra la compuerta de estupideces e inunde las redes sociales de falacias.
Miro al espejo una imagen mía del pasado
sin apenas darme cuenta que no he cambiado en una fracción de segundo,
pero no soy el mismo.
La experiencia hace de mí,
alguien experimentado no sabio,
haciendo de la inteligencia algo efímero y subjetivo.
Soy el más listo de mi casa, eso sí. (Vivo solo)