No puedo darte mi corazón pues a mí ya me cuesta mantenerlo.
No puedo darte esa responsabilidad y que lo dañes sin quererlo.
No puedo darte ese tesoro porque, ¿Qué hago yo si no lo tengo?
No, no puedo.
Entregar mi corazón es suicidarme, pero si puedo en todo caso enseñarte a protegerlo.
Prestártelo un ratito para que puedas tenerlo, darle cariño, quererlo.
Por la mañana en tus manos, por la noche en mi pecho.
Con acuse de recibo pero siempre sintiendo.
No puedo darte mi corazón porque entonces no siento.
Si tú te apagas, yo me pierdo.
No, no puedo.