Quería enseñarte mis inicios
aquellas calles donde me crie
aquellos montes donde me perdía
cuando disfrutaba la niñez.
Quería llevarte a esos rincones donde me perdía hasta el anochecer,
enseñarte los ríos, las cuevas
y llevarte por senderos llenos de hojas dónde caerse al suelo era un placer.
Me acuerdo de la cueva de las brujas
ese rincón, ese vergel.
Esa esquina pérdida donde andando te podías perder, disfrutar de su entorno,
de los chopos, disfrutar del agua y de un baño que aún tengo pendiente hacer.
Las fiestas del pueblo donde rejuvenecer,
el Chopo en la plaza, el toro de fuego y correr delante de él.
Mi casa, el colegio, mis calles, el olor, mi abuela en su ventana y a mi llegada,
un bocadillo de metro dejarlo caer.
Y 100 pesetas como de paga para comprarme chuches o vete a saber que.
A veces un paracaidista de esos que tirabas una vez y a la segunda,
pobre muñeco que leche se podía meter.
Enseñarte cada rincón que me hizo ser quien hoy debo ser.
Un hombre humilde con el pasado en la memoria,
los pies en la tierra y el futuro por ver.