Y allí encontré la paz
Entre luces de luciérnagas
conformaban la ciudad.
Aquí arriba,
donde sólo se oye el mar
y los vientos te sacuden
como barco a la deriva,
abro los brazos y me dejo llevar.
No hay más ruido en plena noche
y este enclave,
que el silencio atronador,
ese que te grita sin palabras
ese que te enseña sin sudor.
Aquí entre piedra viva, zarza y romero
como tal conquistador,
siento mi cuerpo cansado
y me siento aquí al lado
para ver desde este punto
a cartagena con amor.